literature

[CotF] Cap. 3

Deviation Actions

Theedgeofart's avatar
By
Published:
979 Views

Literature Text

La noche fue muy tranquila. No me desperté ninguna vez a causa de esos extraños sueños. Cuando desperté, ya había noticias de Shita. Nos había hecho llegar una carta a través de uno de los guardias reales. El rey ahora necesitaba gente que atendiese las veinticuatro horas del día a su mujer, y en un futuro, a su hija, por lo que había aprovechado el acto para reclutar esas nuevas criadas. Haru parecía muy enfadado, cada vez sentía que nuestro interés común por acabar con el rey estaba aumentando. Shita era ya algo mayor, por lo que probablemente si intentaba escapar, no lo lograría. Haru decidió entregar una nueva carta al guardia, en la que decía a Shita que lo esperase, que no tardaría mucho en ir a rescatarla. Yo, no podía hacer otra cosa que ayudarle a él, y más si era para defender el mismo motivo. Aun así, Haru me pidió que no dijese nada a nadie, por lo que me vi obligada a no contárselo a Hana. Ella era la única persona a la que conocía a parte de Haru y Shita, y tenía que poder confiar en ella por si necesitaba algo de ayuda, aunque seguiría los consejos de Haru y no diría nada sobre el mensaje recibido. Iría a ver a Hana como si nada hubiese pasado. Logré aprenderme el camino el día anterior, por lo que  no tardé mucho en llegar al lugar en el que Hana cultivaba sus plantas.

-¿Sabéis algo más sobre Shita? Haru debe estar muy preocupado. – dijo Hana en cuanto me vio entrar por la puerta.
-No, aún no hemos logrado averiguar nada sobre ella. Haru volverá a buscarla hoy.


Tenía que seguir las indicaciones de Haru y mantener toda la información que recibiésemos en secreto, o al menos por el momento. Pronto Hana sacó un vestido igual que el suyo, el cual me entregó para que no ensuciase mi ropa mientras estaba allí. El traje me iba perfecto. Era justo de mi talla, por lo que me veía bastante cómoda con él. Hana me comentó que, durante ese día debía salir en busca de más tipos de plantas y flores, por lo que yo me quedaría allí preparando nuevos remedios. Eso era lo que más me gustaba del estudio de las plantas y su utilización, la parte de experimentar con diferentes tipos de plantas y con ello lograr nuevas combinaciones más beneficiosas. Hana tenía todas sus mezclas en pequeños frascos de cristal, por lo que se podía ver el interior de ellos. Todos eran muy diferentes, al igual que sus funciones. Había averiguado mediante Haru que Hana también era una de las revolucionarias, por lo que suponía que no habría problema en que tratase de preparar un cicatrizante eficaz para con ello lograr ayudar a las personas que luchasen en la revolución que parecía cerca de comenzar. Hana se marchó y yo me quedé sola con una sala llena de ingredientes que utilizar y mezclar de la forma adecuada para conseguir un efecto lo más óptimo posible. No conocía las plantas por su nombre, aunque sí las reconocía por su apariencia. En el bosque siempre había utilizado una planta de hojas duras y repletas de pinchos a base de cicatrizante. Soltaban una sustancia líquida, con la que era fácil trabajar. Arranqué dos hojas de esa planta y las coloqué sobre una pequeña superficie plana que vi. Hana tenía allí varias herramientas, aunque no sabía exactamente su utilidad. Tomé una que parecía afilada para hacer varios cortes en las hojas que había tomado. Estrujé las hojas para que la sustancia líquida de su interior fuese expulsada y quedase acumulada en un frasco. Era de un tono verde claro. Esto como tal, funcionaría perfectamente como cicatrizante, pero, yo quería algo que fuese más potente. Recordé el cuaderno que Hana me había dado. Desde que tenía conocimiento sabía leer, aunque no sabía cómo. Empecé a leer el efecto de las plantas que aparecían en la guía. Cuando por fin encontraba algún cicatrizante, siempre le encontraba algún efecto secundario que no sería efectivo. Unas plantas necesitaban ser ingeridas, mientras que el líquido debía utilizarse directamente sobre las heridas. Debía encontrar la forma de introducir ambas opciones en una única medicina.
Elegí una planta de la que se quitaban los pétalos de la flor y se tomaba el tallo. Ambas cosas debían ser pulverizadas al máximo. Después, se debía calentar en un recipiente junto a una pequeña cantidad de agua. En mi estancia en el bosque, preparaba fuego y utilizaba un pequeño cuenco de piedra que había encontrado en el camino. Al calentar el polvo junto al agua, se formaba algo similar a la savia de los árboles del bosque. Esta vez, intentaría calentar el polvo de la planta junto al líquido obtenido anteriormente. Quizás tuviese el mismo efecto que con el agua, y su efecto cicatrizante fuese potenciado. Por lo tanto, comencé a machacar la planta seleccionada. Cogí una piedra, lo coloqué sobre la misma superficie que había usado para poder hacer los cortes en la otra planta, y comencé a asestarle golpes a los pétalos de la flor y al tallo. Tuve que dar muchos golpes hasta que finalmente quedó bastante pulverizada, por lo que me podía preparar para la siguiente fase.
Busqué algo para poder dejar el polvo y el líquido. Como no pude encontrar ningún cuenco, utilicé directamente uno de los frascos que Hana tenía preparados, en el cual antes había dejado el líquido. La peor parte venía ahora. Sería mi primer encuentro con el fuego después de lo sucedido dos noches antes. Me había entretenido mucho en la elección, por lo que estuve esperando tan sólo un rato hasta que Hana llegase y me ayudase con lo que me quedaba.
Cuando Hana llegó, rápidamente se ofreció a ayudarme con esta parte. Tenía una pequeña caja en la que guardaba unos pequeños palos. Pasó uno por el borde de la caja, y de la punta del palo prendió una llama. Para mí fue algo sorprendente. Ella lo tomó como algo normal, y justo después de eso fue hacia un pequeño montón de hojas y ramas pequeñas, donde dejó que la llama prendiese. Me dijo que colocase allí el frasco con cuidado, y lo dejamos en ese lugar por un rato. La espera fue larga, aunque cuando finalmente terminó de calentarse, el líquido resultante realmente parecía lo que yo había imaginado. Ponerlo en práctica no sería difícil, pues Hana además de cuidar de una inmensa flora, visitaba habitualmente centros en los que siempre había animales heridos. Los cicatrizantes solían curar las heridas en una semana, así que si este tardaba menos en curar, sería nuestra mejor opción en caso de problemas. El día terminó después de algunas pruebas más. Me marché a casa para ver si Haru tenía nuevas noticias sobre Shita o si había logrado conseguir algo.
Haru seguía allí, tirado en su cama. Parecía estar muy desanimado, por lo que preferí no molestarle mucho. Estaba bastante cansada, por lo que simplemente le pregunte para saber si había averiguado algo más, y después de eso me quedé dormida.
Desperté horas más tarde con los rayos de sol atravesando una de las ventanas, que daba directamente sobre mi cama. Se sentía muy bien, aunque poco duró ese sentimiento. Haru seguía desilusionado y triste, y todavía peor, pareció entristecerse mucho más cuando me vio. Aunque le costó, logró comenzar a hablar.

-Mori… Esta noche, ha habido un nuevo ataque al castillo, en busca del rey. Para su suerte, los guardias lo han logrado detener, y lo más importante, ha escapado ileso. Ahora, debe estar dirigiéndose a otra ciudad diferente, en la que pueda estar seguro por un tiempo. Su mujer se ha quedado aquí, por lo que, mi madre debe seguir aquí.
-Ese bastardo… No escapará de mí, debo seguirle. Me gustaría quedarme a ayudarte, pero, creo que nuestros objetivos son diferentes.


Sabía que Haru necesitaba ayuda, pero la guardia seguiría custodiando el castillo, y si el rey no estaba allí, mi objetivo no tendría sentido. Pude ver como los ojos de Haru se humedecían un poco, y a consecuencia de ello, los míos también.  Todavía estaría un tiempo más hasta que lograse averiguar dónde estaba el rey, aunque, esperaba que no fuese mucho. El remedio que había estado preparando el día anterior sería algo de urgencia, por lo que me despedí de Haru y me marché en dirección a Hana. Al llegar, Hana estaba regando una de sus plantas con suma delicadeza. Parecí asustarla al entrar bruscamente, aunque alegre me saludó.

-Hola Mori, encantada de verte un día más.

Le conté todo lo sucedido respecto a mi situación. Si me iba a marchar, debía conocer bien los motivos. Rápidamente, Hana se apresuró para ir de visita al lugar en el que había utilizado los diferentes cicatrizantes que habíamos preparado para ver cuál era más efectivo y prepararlo para que me lo llevase. Yo no podía hacer otra cosa más que agradecerla por toda su ayuda. Al regresar, me dijo que apenas habían sido cicatrizadas las heridas, excepto en el caso en el que había utilizado el remedio que yo había creado el día anterior. La herida en ese caso parecía haber sanado algo más, por lo que debíamos arriesgarnos y preparar una mayor cantidad. Ese día fue trabajo constante, con unas tareas u otras, aunque terminamos preparando una gran cantidad de medicina. No tenía nada para transportar los frascos, por lo que Hana los guardó hasta que fuese a por ellos. Con los materiales que teníamos sólo habíamos obtenido seis frascos llenos, y para curar una herida grave probablemente se necesitase todo el líquido que contenía un frasco. Agotamos las reservas de una de las plantas, por lo que nos sería imposible elaborar más sustancia igual.
Al llegar a casa, busqué en alguno de los armarios algo en lo que poder guardar los frascos y todo lo necesario para mi búsqueda. Haru me vio buscando y vino a ayudarme. Aunque seguía algo desilusionado, parecía algo más contento. Con su ayuda encontramos un antiguo bolsón de Shita, en el que entrarían los seis frascos y quizás alguno más con otra medicina. Ayudé a Haru a preparar algo para comer, y poco después de tomarlo, ambos nos dormimos. Las noticias sobre Shita seguían sin aparecer.
A la mañana siguiente, Haru, que ya había salido de casa y había regresado antes de que me despertase, me comentó información muy valiosa. Un grupo de ciudadanos de Ichi había decidido ir en busca del rey, por lo que si iba con ellos, mi supervivencia sería algo más fácil. Uno de los principales organizadores de ello, llamado Toku, casi siempre se encontraba en la plaza según Haru, por lo que si iba allí podría encontrarle. Decidí ir en busca de más información y preguntarle a él directamente, por lo que en cuanto terminé de arreglarme fui allí directamente. Gracias a la descripción que Haru me había dado sobre él, logré averiguar quién era. Estaba sentado en un banco que había. Su pelo de un tono grisáceo brillaba con la luz del sol, y sus ojos, de un tono rojizo, parecían perderse mirando el horizonte. Me acerqué a él para comenzar a hablarle.

-¿Toku?
-¿Quién eres tú? – dijo el chico con un tono despectivo.
-Mi nombre es Mori. Venía para unirme al grupo de búsqueda. Probablemente no haya nadie que tenga más ganas de acabar con el rey como yo.
-Vaya, otra chica. Verás, no aceptamos guerreras en nuestro grupo.
Esas palabras me sentaron bastante mal. Estuve a punto de contestar, cuando me paré a pensar las cosas. Quizás no me dejaban ir como guerrera, aunque siempre podía ir como sanadora del grupo, y aprovecharme de eso para después unirme a la batalla.
-Oh, no, nada de eso. No tengo intención de luchar, simplemente quiero ayudar al grupo con mis conocimientos sobre medicina.
-Entonces no habrá ningún problema para que vengas, recuerda que saldremos de aquí dentro de dos días. Espero que para entonces tengamos noticias y facilite nuestra misión.


Me despedí y decidí ir en busca de Haru. Quizás él pudiese enseñarme algo más sobre combatir, y sobre todo, quizás tuviese algún arma mejor que las que yo pudiese utilizar. No estaría mal llevar algo escondido por si lo necesitase. Haru estaba en casa, no se había movido de ahí. Cuando entré, le conté todo lo hablado con Toku, recalcando mi mentira. No era algo por lo que tuviese que estar orgullosa, no era bueno mentir, aunque había logrado salir de esa situación en la que estaba y eso es lo que hacía que una parte de mí se alegrase de mentir. Lo único que no le mencioné fue el día de partida, no quería que me fuese todavía más difícil marcharme.
-Vaya, así que no eres tan buena como parecías cuando te vi – dijo Haru con una amplia sonrisa en su cara. Era la primera sonrisa en los últimos días.
No pude evitar sonreír con sus palabras. Aunque fuese con simples cosas, siempre lograba hacerme feliz. Mientras él fue a buscar algo yo revisaba lo que llevaba en el bolsón. Cuando Haru llegó, traía un pequeño saquito. Según andaba, parecía sonar un ligero tintineo en su interior. Me hizo extender la mano, y después colocó la bolsita sobre mi mano. Abrí la bolsa y descubrí que dentro había algunas monedas.

-Ten, ve al mercado negro y compra algo que puedas utilizar para la batalla. Debes estar preparada para cualquier cosa que pueda pasar.

Cerré la bolsa y la guardé en uno de los bolsillos del vestido que llevaba. Haru me explicó el camino hacia el mercado, un pequeño callejón al que llegaría si al llegar a la plaza tomaba la salida de la derecha y después giraba a la izquierda en el tercer cruce. No me costó tanto encontrarlo como pensaba. La zona parecía muy oscura. Me armé de valor y entré al callejón. Nadie de los presentes en esa zona tenía buen aspecto. Todos tenían cicatrices, cortes, o simplemente, un aspecto sucio. Todo el mundo se quedaba observándome al pasar. Yo seguí caminando sin mirar hacia atrás o hacia la gente que me miraba, simplemente veía la mercancía y continuaba hasta encontrar lo deseado. Al llegar al puesto de una anciana, esta comenzó a hablarme.

-Puedo verlo, joven. Necesitas un arma para luchar contra ti misma. Ven, sígueme. – decía la mujer mientras se giraba y entraba en una estancia que había a escasos metros del lugar en el que estaba situada.

Estaba muy confusa, no sabía qué quería decir con lo de luchar contra mí misma. Aunque, lo más importante era averiguar cómo sabía para qué estaba ahí. Al entrar, abrí la boca para comenzar a hablar, pero ella se adelantó.

-Debes saber que cualquier obstáculo que se interponga en tu camino está ahí por algún motivo. Albergas un poder que tú misma desconoces.
-Pero, ¿cómo sabe todo esto?
-Tus ojos rebosan energía, y tu forma de caminar, tan decidida y confiada, demuestran que lograrás conseguir lo que quieras. Me encargaré de que tengas el mejor arma.
-Apenas tengo unas monedas, no sé si será suficiente.
-Oh, no joven, tómalo como agradecimiento, tú traerás la salvación a nuestro pueblo.


Todo esto me estaba pareciendo muy raro. No sabía a qué se refería la mujer, aunque, probablemente lo descubriría en mi camino. La mujer abrió uno de los cajones de detrás de un pequeño mostrador. De él sacó una llave, con la que abrió otro estante del mismo cajón. Ahí cogió algo con cuidado y lo puso sobre mis manos. Era una daga muy brillante, con una empuñadura dorada. Lo que más llamaba la atención era la pequeña piedra verde que estaba incrustada en la empuñadura. Toqué el filo de la daga, y pese a hacerlo con cuidado, me hice un pequeño corte en la yema del dedo. Estaba muy afilada, por lo que me sería de mucha utilidad.

-Ten, ahora márchate, y nunca olvides todo tu poder, recuerda que eres inestable.

Guardé lo mejor que pude la daga con cuidado para no destruir mi vestido ni dañarme. El camino de vuelta fue más sencillo que el de ida, ya que conocía el camino. Haru no estaba en casa cuando llegué, pero yo dejé cuidadosamente su bolsa de monedas junto a su cama, para que la viese cuando llegase.
Lo restante del día y el siguiente fueron bastante tranquilos, aunque no logré encontrar a nadie que me ayudase con las artes del combate, así que tuve que negarme a aprender más sobre el uso de las armas. Iría sin saber nada. La noche antes de partir fue demasiado corta, y pese a que me había dormido cuando el sol todavía estaba en el cielo, cuando me desperté todo Ichi se sumía en plena oscuridad. Me dirigí hacia la puerta no sin antes quedarme por unos minutos mirando a Haru, viendo como dormía. Cuando estaba a punto de salir, vi unas flores en el suelo, justo delante de la puerta. Las tomé y las olí. Una brisa que entró por la ventana hizo que el aroma de las flores llegase a mí. Era un olor refrescante, y aunque parecía muy común, no podría olvidarlo. Abrí la puerta con las flores todavía en la mano, y con la luz de la luna pude verlas mejor. Era un ramo de nomeolvides. Haru debía haberlas dejado ahí para que las tomase. Después de volver a echar un vistazo a la casa, guardé las flores en mi bolsón y después de eso, partí hacia la plaza. El amanecer llegaría pronto, y con él mi hora de partir.
Aquí el tercer capítulo de Child of the Forest. Para todo aquel que lo lea y quiera poder ir más rápido que el ritmo de deviantart, tendré pronto un pdf con los 15 primeros capítulos. 

Este capítulo se lo dedico a :icond-archae:, porque sé que ha leído los capítulos anteriores y es algo que me alegra mucho.

Espero pronto publicar algún capítulo.

Historia, personajes, ideas (c) :icontheedgeofart:
Comments2
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
D-Archae's avatar
Muy interesante ^^ Tengo muchas ganas de saber qué es lo que la pasa después. Creo recordar que el rey se sorprendió al verla una vez, así que haciendo conjeturas creo que es alguien importante al que abandonaron en el bosque. ¿Una hija, quizá? Bueno, da igual xD Y no conocía esas flores, son muy bonitas.